miércoles, 21 de enero de 2015

La Orden de Agustinos Recoletos

La Orden de Agustinos Recoletos surge  en el siglo XVI, cuando algunos religiosos agustinos, bajo el impulso del Espíritu Santo, por un especial carisma colectivo, desearon vivir su vida consagrada con renovado fervor y nuevas normas al servicio de la Iglesia. El Capítulo de la Provincia de Castilla, celebrado en Toledo en 1588, determinó que en algunas casas se viviera este nuevo modo de vida. A los pocos años de iniciarse la recolección, en 1605, parte la primera expedición misionera a Filipinas.
Los agustinos recoletos son herederos de la forma de vida suscitada por San Agustín (354-430) y asumida en el siglo XIII con espíritu mendicante por la Orden de San Agustín (Gran Unión de 1256). Después de más de tres siglos de historia, en 1912, fueron reconocidos por la Iglesia como orden religiosa autónoma.

Su proyecto de vida es el propio de una orden religiosa, suscitada bajo el impulso del Espíritu Santo y aprobada por la Iglesia: viviendo en comunión de hermanos, desean seguir a Cristo, casto, pobre y obediente; buscan la verdad y están al servicio de la Iglesia; se esfuerzan por conseguir la perfección de la caridad según el carisma de san Agustín y el espíritu de la recolección.



“Cor Unum et Anima Una in Deum”

Carisma de los Agustinos Recoletos


El carisma es una experiencia del Espíritu Santo que implica un modo específico de ser, una específica misión y espiritualidad, estilo de vida fraterna y estructura al servicio de la misión eclesial. El carisma agustiniano se resume en el amor a Dios sin condición, que une las almas y los corazones en convivencia comunitaria de hermanos, y que se difunde hacia todos los hombres para unirlos en Cristo dentro de su Iglesia. La vivencia del propio carisma les transmite la vitalidad que procede del Espíritu Santo, los renueva constantemente y los impulsa a la formación permanente para estar disponibles en el servicio de la Iglesia.
Patrimonio espiritual de la Orden son la vida, la doctrina y la Regla de San Agustín, la “Forma de vivir” de los comienzos de la recolección y el testimonio de santidad de tantos hermanos que, fieles al Espíritu, han dado vida a su historia.
Las Constituciones son la expresión del carisma de la Orden y proponen la manera peculiar de seguir a Jesús respondiendo a la vocación de agustinos recoletos. En ellas se integran los tres aspectos constitutivos del carisma: el amor contemplativo, el amor ordenado comunitario y el amor difusivo apostólico.
La Orden está formada por religiosos sacerdotes y religiosos hermanos; todos ellos viven su vocación, comparten la vida fraterna en la comunidad y tienen una misión que realizar.



¿Donde Estamos?


La Orden está presente en 19 países:


- Argentina
- Brasil
- Colombia
- Costa Rica
- Chile
- China
- España
- Estados Unidos
- Filipinas
- Guatemala
- Italia
- México
- Panamá
- Perú
- Reino Unido
- República Dominicana
- Sierra Leona           
- Taiwan
- Venezuela


Estos países poseen en total 205 comunidades que componen la Orden de Agustinos Recoletos están distribuidas en 19 naciones: España (39), Brasil (28), Colombia (21), México (18), Estados Unidos (15), Filipinas (14), Venezuela (14), Perú (9), Panamá (8), Argentina (7), Costa Rica (6), Reino Unido (6), República Dominicana (4), Guatemala (4), Italia (3), Taiwan (3), Chile (2), China (2) y Sierra Leona (2).



Estos países se dividen en Provincias



La Orden está compuesta por la Curia General y ocho provincias:
- Curia General
- Provincia de San Nicolás de Tolentino
- Provincia de Nuestra Señora de la Candelaria
- Provincia de Santo Tomás de Villanueva
- Provincia de San Agustín
- Provincia de San José
- Provincia de Santa Rita
- Provincia de Nuestra Señora de Consolación
- Provincia de San Ezequiel Moreno



Provincia de San José


Año de fundación: 1948
Número de religiosos: 120
Número de comunidades: 23
Países: España, Perú y Venezuela.
Ministerios: 27 parroquias, 7 colegios y 4 seminarios.
Misiones: Prelatura de Chota
Sede del Provincial
Calle Huesca, 33
28020 Madrid



El 1 de octubre de 1948 el prior general firmaba el decreto de creación de la Provincia de San José a la que se asignaron las casas que la Provincia de San Nicolás tenía en Venezuela y Perú y la de San Millán en España. La solemne promulgación del decreto tuvo lugar en San Millán el día 12 de octubre de 1948. A fines de 2003 la provincia tenía 120 religiosos, distribuidos en 23 comunidades y dedicados a labores ministeriales, educativas y misionales.
El capítulo general de 1938 encargó al consejo general la creación de sendas provincias en Estados Unidos y Venezuela. Tras recibir respuesta del consejo provincial de San Nicolás, el prior general de la orden recabó el permiso de rigor de la Congregación de Religiosos y de su Consejo y el 1 de octubre de 1948 erigía la nueva provincia y la ponía bajo la protección de san José. La solemne promulgación del decreto tuvo lugar en San Millán el día 12 de octubre de 1948.
La provincia nació con suficiente número de religiosos, con ministerios variados y una economía saneada. En el momento de su creación contaba con 24 casas distribuidas entre Venezuela (15), Perú (8) y España (1); y 99 religiosos, de los que 85 eran sacerdotes; cinco profesos –todos venezolanos– y nueve hermanos, más 35 aspirantes en España y 25 en Venezuela. La provincia de San Nicolás se quedó con 187 religiosos, entre los que abundaban los ancianos y recién salidos de las penalidades de la guerra.
Los primeros años de la provincia fueron admirables. Impulsados por un provincial de grandes recursos y conscientes de que el porvenir dependía únicamente de sus desvelos, los religiosos no escatimaron esfuerzos y en pocos años construyeron una comunidad próspera, con buenas casas de formación y buenos ministerios.
La primera tarea de la provincia fue la apertura de casas de formación, ya que San Millán nunca podría proporcionarle personal suficiente. Al principio buscó vocaciones en las tres naciones en que estaba asentada: España, Venezuela y Perú. Mantuvo los seminarios de San Millán y Palmira, ambos reabiertos en 1947, y admitió aspirantes en la parroquia peruana de San Pedro de Lloc. La experiencia peruana apenas duró unos meses, y la venezolana tampoco fue larga.



Directorio de casas


La década de los sesenta fue una década de plenitud. La semilla que con tanta abnegación se había esparcido en la anterior llega a sazón y produce frutos abundantes. Nuevos religiosos robustecen año tras año las comunidades.
Hacia 1973 comienza una etapa compleja, difícil de reducir a un denominador común. La ilusión y la desesperanza se alternan sin interrupción. En general, prevalece el pesimismo. Los gérmenes negativos de la etapa anterior saltan a la superficie y se apoderan de la escena. Para muchos ha sido una época de sufrimiento, pero, como casi siempre, este sufrimiento ha traído también bienes. Ha planteado interrogantes, ha abierto horizontes más amplios y ha movido a buscar soluciones en la tradición de la orden. Con todo, esos esfuerzos resultaron insuficientes. Fueron demasiado teóricos. El recuerdo y la reflexión prevalecieron sobre la praxis y la aplicación a la vida de cada día.
A fines de 2003 la provincia tenía 120 religiosos, distribuidos en 23 comunidades y dedicados a labores ministeriales (27 parroquias), educativas (7 colegios y 4 seminarios) y misionales (prelatura de Chota). Atienden también el templo de San Agustín en Caracas, el santuario de la beata María de San José en Maracay (Venezuela) y la casa de retiros de Pachacáma en Perú. Diez comunidades estaban radicadas en Venezuela, ocho en Perú y cinco en España.
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